domingo, 20 de noviembre de 2011

"Diez años antes de llegar a México, supe que sería mi país": dice Vicente Rojo al recibir la Medalla Bellas Artes

Texto: Antimio Cruz Foto: Alonso Gallegos, Elisabeth Skene, Kathy Binder y verdediseno.blogspot

Cinco veces interrumpió su discurso el maestro Vicente Rojo al recibir la Medalla Bellas Artes, este sábado en el Museo de Arte Moderno, de la ciudad de México. Las tres primeras pausas le brotaron desde el cuerpo, pues las lágrimas rebasaron su autodominio y le hicieron callar y pedir paciencia al público, cubriéndose el rostro con las dos manos, con un gesto parecido al de quien eleva una plegaria.

La cuarta y la quinta interrupción vinieron del auditorio, con dos olas de aplausos para dos de sus amigos entrañables a quienes el artista dio las gracias directamente: el profesor de literatura y editor Federico Álvarez Arregui –a quien se refirió como “mi más antiguo amigo”—, y el pintor y arquitecto Fernando González Gortázar –compañero de camino en exposiciones y proyectos de artes plásticas—.

A lo largo de una hora, un torbellino de recuerdos y emociones se movieron alrededor de este hombre que llegó de España hace 52 años, como refugiado político, y se volvió mexicano y figura central del arte de este país en el siglo XX.

En la Sala Fernando Gamboa del Museo de Arte Moderno, en el boque de Chapultepec, Rojo dijo que recibía la medalla con modestia, no por tener una fructífera carrera, sino por el cariño que le une al INBA, donde llegó hace cinco décadas “sin más credenciales que considerarme un joven republicano español que quería aprender a pintar”.

“Por lo que hace a México, desde el momento en que pisé su tierra… (aquí, el llanto interrumpió sus palabras) desde que pisé su tierra tuve la certeza de que este se iba a convertir en mi país… (y la voz quebrada volvió a interrumpirse dejando a todos con un nudo en la garganta). De hecho, ya era mi país, diez años antes, cuando México había recibido a mi padre y desde entonces lo protegía”

Abrigado por cariño genuino, elegantemente vestido de traje y camisa azul, con una corbata de color rojo encendido, el artista abstracto llegó acompañado de la presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Consuelo Sáizar, y la directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes, Teresa Vicencio Álvarez.

¿Quién es Vicente Rojo? , podría preguntarse alguien que no lo conozca. Es un hombre que llegó a México a los 17 años y se volvió indispensable.


Delgado y discreto, es conocido popularmente porque diseñó el periódico La Jornada, así como numerosos libros de editorial Era y revistas indispensables en la cultura mexicana como Plural, México en el arte, la Revista de Bellas Artes o la Revista de la Universidad. Pero además sus esculturas decoran espacios púbicos como la avenida Miguel Ángel de Quevedo –con su escultura Volcán— o la Avenida Juárez –con su fuente País de volcanes, localizada frente a la torre de Relaciones Exteriores-, así como plazas de Colima y de Ciudad Nezahualcóyotl.

Minutos antes de recibir la máxima condecoración que otorga el Estado Mexicano a un artista plástico, el director del Museo de Arte Moderno. Osvaldo Sánchez dijo que la máxima obra de Vicente Rojo ha sido su vida misma "llena de una integridad que con los años arrecia".

El maestro Rojo compartió un documento de su archivo personal y leyó en voz alta un memorándum con el que le dieron su primer empleo en Bellas Artes, en 1950, como dibujante-maquetista, con sueldo de 400 pesos mensuales; recordó también la primera vez que lo despidieron y las muchas veces que regresó a colaborar con el INBA.

Sentimientos impronunciables brotaban de los ojos de Rojo, ayer, cuando recibió la Medalla Bellas Artes. Un minuto de aplausos fue la catarsis que sus amigos le brindaron.

No hay comentarios:

Publicar un comentario